Especialidad del dia

Operación anchoa

Rita Barberá insiste: los trajes de la Gürtel son a Camps como las anchoas del presidente de Cantabria a Zapatero. La regla de tres es tramposa, se mire por donde se mire: ni Miguel Ángel Revilla es el Bigotes ni los 12.000 euros en trajes de milano bonito son comparables a los 20 euros por lata de anchoas. Pero la principal trampa no está en la demagogia sino en la incoherencia. Camps nunca ha admitido que se tratase de un regalo: dijo ante la opinión pública, y después insistió ante el juez, que pagó los trajes con el dinero de la farmacia de su mujer. El juez Flors, sin embargo, ha encontrado 11 pruebas que demuestran que los trajes los pagó su amiguito del alma y no él, que Camps mintió dos veces: ante la Justicia y ante los votantes. Y las que nos quedan.

En el PP, a estas alturas del cuento, ya tienen claro que equivocaron la estrategia: Camps debería de haber admitido desde el primer momento los regalos para después defender que no se trataba de un soborno, algo que muchos le aconsejaron en su día. La operación anchoa no es más que un intento de cambiar de caballo a mitad de camino. Probablemente también tenga su reflejo en las alegaciones de los abogados de Camps, que argumentarán en subjuntivo, diciendo que aun en la hipótesis de que el regalo hubiese existido no es un soborno. Es la defensa Bart Simpson: “Yo no fui, nadie me vio, no puedes probarlo”. Ahora Rita quiere añadir otra excusa a los sobornos de la Gürtel: “No es para tanto”. ¿A quién no le han regalado alguna vez un par de latas de anchoas… o 12.000 euros en trajes? ¿A quién no le han regalado nunca un coche Jaguar? ¿Quién no tiene en casa algunas anchoas o 330.000 euros en billetes de 500 por lo que pueda pasar?

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