lunes, 2 de marzo de 2009

Especialidad del dia




Adiós al actor que habló con la verdad y atacó la hipocresía

Fallece a los 61 años el actor y director Pepe Rubianes. En abril de 2008 anunció la lucha que mantenía contra un cáncer de pulmón

Cejas arqueadas sobre risotadas amplias y sinceras, algún taco, algún improperio, un grito... y pantalón y camisa o camiseta negros. Era todo lo que necesitaba Rubianes sobre un escenario. De tal guisa se plantaba en los teatros para explicar cosas cercanas en monólogos atrevidos, directos y cercanos.

Pepe Rubianes (Vilagarcía de Arousa, 1947) falleció ayer en su casa de Barcelona por un cáncer de pulmón, que le fue diagnosticado en abril del año pasado. La enfermedad le hizo suspender el espectáculo La sonrisa etíope, que había estrenado cuatro meses antes en el Club Capitol, en su teatro, en plena Rambla de Canaletes, en Barcelona. En frente, el Poliorama, espacio donde actúan ahora sus amigos de El Tricicle y donde ha sido vecino de Dagoll Dagom. Todo quedaba en casa. Al Poliorama acudió hace un par de semanas diciendo que todo iba bien y que... hasta pronto. ¿Una despedida? Los trabajadores del teatro lo entienden ahora así. Rubianes era, ante todo, un tipo positivo.

Fue un artista desenfadado, divertido, con las ideas claras y sin pelos en la lengua. Sin ningún pelo en la lengua. Las continuas polémicas que protagonizó por cuestiones no ligadas estrictamente a su ámbito profesional son la prueba.
Rubianes contaba historias cercanas diciendo verdades como puños

Se consideraba a sí mismo un actor "galaico catalán". Gallego de nacimiento (y poco más) y catalán de adopción (y mucho más). Llegó a Barcelona de pequeño, en los primeros años de la década de los cincuenta. "Era la época del Congreso Eucarístico de 1952", comentó hace un año a Público, pasando a describir aquella época y a compararla con la actual. Así, de un plumazo, a su más puro estilo, sin concesiones: "Barcelona estaba llena de hombres de negro hablando de cosas de las que no sabían. Y siguen haciéndolo en la COPE: son ateos disfrazados. Si dicen las cosas que dicen, van contra los Evangelios, contra Dios y contra todo. Es un horror".

Empezó la carrera de Derecho y, al tiempo, hizo sus primeros pinitos en el teatro. Debutó como profesional con la compañía Dagoll Dagom, en los años setenta, con los musicales No hablaré en clase y Antaviana. Y sin saber bailar: "Todo era teatro, es decir, mentira", admitía a este diario. Y, hablando de mentiras, volvía a la carga, contra los políticos esta vez: "Ellos también dicen mentiras. Me gustaría oír a algún miembro de algún partido diciendo: "Esto no sé si lo vamos a poder hacer, oiga". Pero no, ellos todos prometen... y la gente los cree".
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