martes, 9 de junio de 2009

Especialidad del dia



La figura de Josep Coll


Nacido en la Barcelona del año 1924, Josep Coll fue hijo de una familia media que se dedicaba al negocio de la construcción.

La requisa de los bienes de su familia durante la Guerra Civil Española obligó a nuestro protagonista a trabajar en una cantera cuando solo contaba con doce años. Este inicio tan temprano en la vida laboral no era algo tan extraño en aquellas épocas, pues habitualmente las personas empezaban como simple aprendices, iniciando muchas veces un durísimo aprendizaje del oficio que podía incluso durar años a la vez que percibían una miseria de sueldo. Para justificar tan mísero sueldo, las empresas o fábricas argumentaban que para ellos, el o la aprendiz era una fuente de gastos durante esos años, además que ya hacían bastante permitiéndoles aprender el oficio, siendo así según su criterio una acción justa desquitar parte del ya exiguo sueldo que cobraba un obrero normal.

Gracias a su trabajo y sobretodo a sus ganas de superación, Josep Coll compaginó su oficio con los estudios, pues realizaría tres cursos de mecánica, artes y oficios más uno de delineante en la Escuela Industrial de Barcelona. No obstante, Josep era por encima de todo gran aficionado a la historieta que una vez finalizado su servicio militar, se animó a presentar algunos dibujos en varias editoriales, las cuales aceptaron gustosamente su propuesta ya que el estilo presentado agradó mucho a los editores.

De está forma en 1948 inició su vida como dibujante publicando en revistas como “Mundo Infantil”, “PBT”, “KKO”, “Pocholo”, “Nicolás”, “Timoteo” y “La Risa”. Unos meses después, ya en 1949 entraría a dibujar de forma habitual para la revista TBO, publicación que le daría el reconocimiento de miles y miles de personas y varias generaciones de lectores.

Admirador de Benejam y sobretodo amigo suyo, fue precisamente este quien le aconsejó realizar sus característicos personajes tan estilizados, los cuales le proporcionaron un estilo muy particular y único. Fue también más o menos en esa época cuando dejó su trabajo en el mundo de la construcción para dedicarse al dibujo de forma profesional y durante algunos años su trabajo fue reconocido tanto por parte de los lectores como de la propia editorial, la cual hizo de él una de sus puntas de lanza.

No obstante, en 1964 y debido a que su trabajo como historietista no estaba en absoluto bien remunerado, pues se dio cuenta que incluso un simple albañil ganaba mucho más dinero que él, decidió volver de nuevo a su antiguo oficio. A propósito, comentar que antes de tomar esta decisión había probado suerte publicando para el mercado extranjero, aunque sus obras no interesaron a ningún editor Europeo ni Americano.

Totalmente alejado de su faceta artística, según cuentan Coll se ganaba correctamente la vida con la construcción aunque de nuevo se dejó seducir por las musas y en el año 1981 volvió a publicar nuevo material y colaborando regularmente en “Primeras noticias”, “Balalaika” y “El Cairo”.

Pero lo cierto es que el panorama de las historietas había cambiado bastante durante su ausencia y tanto Coll como otros de sus compañeros fueron calificados como dibujantes infantiles, un estilo que las editoriales deseaban desvincular del cómic que en aquella época publicaban. Se buscaba un cómic mucho más sofisticado y lejos de la simpleza de la carcajada final, lo que todas las editoriales anhelaban era mostrar temáticas comprometidas y que hiciesen reflexionar al lector o lectora.

De esta forma Coll no tuvo demasiadas editoriales interesadas en él y lo que es peor, se vio completamente desplazado sin un reconocimiento justo a su trabajo anterior, cayendo poco a poco en una fuerte depresión de la cual nunca más se recuperaría. También es justo recordar que no todo fue indiferencia ante el retorno de Coll, pues incluso en el año 1984 se publicó una antología titulada “De Coll a Coll”, la cual sirvió para que se le hiciesen varios homenajes en reconocimiento de su carrera y empezando a ser aceptado por la crítica.

Pero este reconocimiento llegó demasiado tarde, ya que un triste día de julio de 1984 nuestro protagonista falleció de forma prematura cuando solo contaba con 61 años de edad, víctima de una fuerte depresión.

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2 comentarios:

Gracchus Babeuf dijo...

¿Algo sobre Pablo Sanjosé, y su oficina siniestra?

Aprendiz de Mucho dijo...

Otra victima más, otro hijo devorado y defecado por esta "madre patria". Quedan muchas injusticias olvidadas, otra memoria historica que poco a poco iremos recuperando. Espero que sepais disculpar las ausencias culpa más de mi ignorancia que por falta de meritos.